El hombre busca la recompensa del mundo.
No desea sacrificios.
No desea acercarse a Dios.
Pobres hijos míos
que no abren el corazón para recibir mi Gracia,
para comprobar que estoy vivo, y vivo por amor a mis hijos.
Si el hombre volviese la mirada a Dios,
cómo sentiría mi Fuerza, mi Amor, mi Misericordia.
Cómo sufre el Corazón de mi Madre Santísima
por la ingratitud de los hombres…